domingo, 26 de enero de 2014

Martirios divinos, Castigos de dioses.

Ixión:

Ixión el  padre de todos los centauros se cree que fue hijo del rey de los lapitas como Flegias, también se le daba a conocer como hijo de Ares incluso de Antión . Su madre era Perimelé. Era rey de Tesalia, Mato a un miembro de su família y de aquí viene su fama.
El mito trata de que Ixión para obtener la mano de Dia, hija del rey Deioneo, le prometió un gran dote. Celebrando el matrimonio de éste, el rey le pidió lo prometido sabiendo que no tenía las ofrendas, Ixión lo lanzó en un foso lleno de carbones encendidos. Su crimen fue tan horrible que nadie se atrevió en purificarlo como era costumbre. No obstante Zeus lo purificó incluso le llego a arrebatar la locura que le había sometido la acción de ese crimen.
Ixión fue invitado a un banquete organizado por el gran Zeus, pero Ixión después de todo lo que había hecho Zeus por él le respondió intentando violar a su esposa Hera. Hera se lo contó a su esposo Zeus y este para saber si lo sucedido a su esposa era verdad dio forma a una nube semejante a la de Hera. Ixión cayó en la trampa, Zeus lo castigó atándolo de pies y manos a una rueda ardiente en los infiernos por toda la eternidad. En su breve relación con Néfele engendró a Centauro.




Tántalo:

Tántalo, hijo de la oceánide Pluto y de Zeus, ekl dios del rayo. Tántalo cometió el delicto de explicar y rebel·lar a sus amigos los temes que se hablaban en el olimpo además de robar nèctar de los dioses y ambrosía, que repartio entre sus amigos.
Un dia Tántalo invito a unos amigos del Olimpo a comer però se dió cuenta de que no tenia suficientes alimentós y entoncer su reacción fué desquartizar a su hija. Zeus cuando se dió cuenta de lo ocurrido ordeno colgar a Tántalo y ordenó coser a Penelope con un hombro de marfil y devolverle a la vida.


 



Sisifo:


Sisifo engañó a los dioses para escapar de los Infiernos y por ello fue condenado por Zeus a un castigo cruel por toda la eternidad: debía subir a fuerza de brazos una gran piedra hasta una cumbre del inframundo. Pero cada vez que el desdichado llegaba a la cima, la roca se le escapaba de las manos y rodaba por la ladera hasta abajo. No le quedaba otro remedio que descender y recomenzar su esfuerzo, sabiendo que nunca sería coronado por el éxito.